lunes, 22 de marzo de 2010

Vísceras de árbol de Annie Vásquez: metáforas de la naturaleza y del cuerpo social

Por: Carmen Hernández

Como parte del apoyo al trabajo realizado por artistas del interior del país, la Sala NG presenta la muestra Vísceras de árbol de Annie Vásquez, joven caraqueña residente en el estado Táchira. El conjunto de seis obras, que a su vez reúne veinticinco piezas tridimensionales elaboradas con materiales precarios, representa una investigación técnica y simbólica que contribuye a recrear la tradición constructiva desde una mirada social.
Aunque las formas de estas “esculturas blandas” tubulares recurren a la serialización geométrica, aluden a referentes naturales desde una perspectiva animista, relativa a la estructura y la piel humanas. Estos volúmenes muestran su interior pues cuentan con el soporte de la transparencia del plástico que permite observar la madera en estado residual (las vísceras de árbol) a modo de una superficie mucosa, viva, que en su textura y tonalidad, remiten a los órganos internos del cuerpo e incluso, a los genitales.
Para Annie Vásquez, esta estrategia constructiva representa por lo menos dos retos: trabajar con materiales de bajo costo, como el desecho de la madera (el aserrín, por ejemplo), y crear un universo simbólico con el modelado de una materia “informe”. Según sus propias reflexiones, esta propuesta tiene una connotación medioambientalista. Tal vez los residuos de la madera encapsulados en bolsas sintéticas podrían despertar el reconocimiento de esa “muerte de la naturaleza” y del desequilibrio ecológico que representa la tala indiscriminada de bosques. Incluso la artista ha comentado que el uso de la madera se ha extendido: “hasta para fabricar los mangos de las hachas que han servido para derribar y continuar con la cadena de exterminación de otros árboles”. Es decir, para la sociedad de consumo, los árboles representan una materia inerte a ser procesada de manera industrial y masiva.
Pero en la cadena metafórica creada por Vásquez también se pueden plantear otros desplazamientos interpretativos. Estas vísceras de árbol ponen en duda la trascendencia material de la obra de arte y su lógica de consumo como mercancía, pues los elementos constitutivos de las piezas son frágiles, prácticamente “desechos”. Asimismo, el cuestionamiento de los hábitos perceptuales en el campo artístico (que privilegia la condición efímera de la materia y la experiencia), también puede ser extendido a la vida cotidiana como una manera de rescatar “otras” representaciones de la conducta social, menos determinadas por una valoración mecanicista, y más orientadas por el sentido lúdico y crítico.
La alusión a formas residuales o poco nobles para el imaginario estético, como las vísceras y las mucosidades asociadas a los fluidos corporales, pueden relacionarse con los comentarios de Mary Douglas, quien advertía que "el cuerpo es un modelo que puede representar a cualquier sistema... Todos los márgenes son peligrosos... la saliva, la sangre, la leche, la orina, las heces y las lágrimas traspasan los límites del cuerpo sólo por expelerse" . Estas imágenes flexibles y livianas en el espacio, también podrían ser asumidas como metáforas de aquel cuerpo social que, en su condición de frontera o límite, se resiste a asumir los modelos hegemónicos de “productividad” predeterminados por el capitalismo cultural, cuyos mecanismos “transparentes” enmascaran los dispositivos de poder que condenan a los sujetos y a su naturaleza a reproducir los mecanismos de su propia destrucción.
CARMEN HERNÁNDEZ.


1 Mary Douglas citada por Jean Franco. 1993 Las conspiradoras. México: Fondo de Cultura Económica y El Colegio de México, México, p. 92.

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